Existen muchos mitos en torno a la crema solar y, como es uno de los productos de parafarmacia más usados durante estos meses, es necesario explicar un poco más acerca de los fotoprotectores ya que se han generado cierta sabiduría popular sobre su uso que conviene aclarar.

Si bien es cierto que existe una conciencia clara de que es necesario usar protección solar desde la primavera hasta el otoño prácticamente todos los días, la elección del fotoprotector más adecuado es lo que parece que no está muy claro.

Cómo funciona una crema solar

Un fotoprotector es una crema hidratante que contiene una protección de los rayos UVA. Esta protección se mide según el SPF (Solar Protection Factor en inglés, factor de protección solar en castellano) y consiste en crear una capa porosa de protección en las capas internas de la piel.

Esto es así porque el organismo necesita un pequeño porcentaje de impacto de rayos UVA ya que sin ellos es imposible que genere melanina (la protección natural para el sol segregada por el organismo) así como absorber la vitamina D del Sol ya que es la única manera efectiva de adquirir los porcentajes necesarios que necesita nuestro cuerpo.

Vamos entonces a destruir el primer mito: La diferencia de protección entre un solar con SPF bajo y alto es mínima.

Sirva como ejemplo que un SPF 15 filtra el 93% de los rayos UVA mientras que un SPF 30 filtra un 98%.

Cómo saber el fotoprotector más adecuado para mi piel

Lo primero que hay que hacer es exponerse al sol sin ningún tipo de protección. Hay que contar con un reloj los minutos que tarda nuestra piel a mostrar signos de enrojecimiento e inmediatamente retirarse del sol.

A partir de aquí, haremos una pequeña operación matemática que determinará el factor más adecuado para nuestra piel:

Minutos de exposición x SPF=Tiempo que el fotoprotector será efectivo

Un ejemplo:

Si una persona tarda 10 minutos en comenzar a ponerse roja y usa un fotoprotector con un SPF 15 puede estar expuesta a los rayos UVA 150 minutos. (10×15=150)